Ya nos vamos acostumbrando a vivir en una crisis perpetua. Si no es Lehman Brothers es un virus y si no alguien que estornuda en Pekín: el mundo está hiperconectado y cada tropiezo serio retumba en todas partes. Pero, crisis a crisis, vamos tomando experiencia de cómo gestionar mejor estas situaciones extremas. No será, por tanto, la primera vez que tenemos que comunicar en tiempos de crisis.
Lo he podido comprobar en la Agencia comunicacion en vigo con la que suelo colaborar. En una situación como esta el mensaje no tiene por qué cambiar, pero si el modo en el que se hace llegar al receptor. Es un tiempo en el que hay que ganar en empatía. Por ejemplo, recientemente vi un anuncio que no tenía nada que ver con el virus, pero en el que dos chicas aparecían con mascarillas. Si por la calle todos tenemos que llevar mascarillas no tiene sentido que los personajes de un anuncio vayan alegremente por la calle sin ella.
Sin duda, este aspecto que podría parecer irrelevante puede tener una gran importancia en los próximos meses si hablamos de comunicación y publicidad. ¿Cómo plantear las campañas en esta situación? ¿Haciendo cómo si el virus no fuera con la campaña? ¿Tratando de mirar hacia otro lado? ¿O recordándole al consumidor el (tedio) que supone vivir en amenaza constante?
Son cuestiones que se debaten en la Agencia comunicación en Vigo y en cualquier firma de este sector. En otro anuncio que ha aparecido por estas fechas, en este caso vinculado a un festival de música que se celebrará el verano de 2021, se trataba de ofrecer un mensaje de esperanza “volveremos a bailar todos juntos”. Pero en dicho anuncio los chicos bailaban con la mascarilla puesta. ¿Una forma de decir “bailaremos, pero manteniendo dos metros de distancia”?
Es difícil predecir qué sucederá en el futuro a medio plazo y cómo influirá eso en las campañas publicitarias. Es todo demasiado reciente y nadie sabe muy bien qué pasará. Pero, sin duda, la comunicación también deberá adaptarse, aunque sea poniendo mascarilla a todo el mundo.