Primera experiencia chocolatera

Recuerdo hace un año cuando a la niña le ofrecieron a la salida de la guardería una galleta de chocolate y puso cara rara. Yo también, porque no me gusta que ande tomando cosas por ahí, pero eso es cosa de padre: cómo si no comiese todos los días en la guardería… El caso es que al final probó un poco y lo escupió, como diciendo, pero ¿qué es esto que sabe tan fuerte?

Salvando mucho las distancias me recuerda a la primera vez que yo probé la cerveza: ¿cómo puede ser que haya tanta gente que rinda pleitesía a esta bebida que sabe tan mal? Bueno, a la segunda ya no te sabe tan mal. Pues algo así es lo que le ha pasado a la niña un tiempo más tarde. Habíamos comprado unos batidos asturiana en el súper. En realidad, eran para mí porque soy bastante goloso. Pero ella les echó el ojo en cuanto los vio en la bolsa.

De hecho, siempre verifica lo que hay en la bolsa de la compra. Cuando llego yo o la madre del supermercado lo ‘olisquea’ todo para ver cuántas cosas de las que hemos traído son para ella. Así que cuando me vio a mí con un batido dijo que lo quería probar. A mí me pareció un experimento interesante. Después de que aquella vez le repugnase el sabor de una galleta de chocolate, ¿qué pensaría ahora de una bebida con sabor a chocolate?

Pues ha sido totalmente diferente. No digo que se haya enamorado, pero va en camino. Mojó los labios con un poco de temor, se quedó un par de segundos saboreando y dijo: “quero más”. Y tuve que ponerle un vaso para ella. Así que ahora cuando traiga a casa mi remesa de batidos asturiana tendré que tenerla en cuenta a ella. Y aunque no somos muy consumidores de chocolate, habrá que tener cuidado. Lo cierto es que come muy sano y no tenemos nada que temer… de momento. Pero hay que vigilar la afición que pueda desarrollar por lo dulce. Que a mí tampoco me gustaba la cerveza…

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