La ansiedad dental o dentofobia representa un serio obstáculo para un porcentaje significativo de los pacientes de clínicas dentales. Y es que cuando el estrés y el miedo entran en escena, la mente se las ingenia para encontrar mil y una razones para posponer la cita con el dentista, aunque su situación requiera la ayuda urgente de estos profesionales. Sin datos acerca de esta ‘fuga’ de pacientes de clinicas dentales en santiago y otros municipios, no es posible conocer el impacto de la dentofobia en el sector odontológico.
Son muchas las razones detrás de esta anomalía: la percepción negativa de las agujas, la vibración de los tornos dentales, la sensación de vulnerabilidad tras la sedación, etcétera. Como quiera que sea, determinadas prácticas pueden mitigar este miedo. Una de las más eficaces consiste en suprimir la expectativa de dolor. Para los tripanofobos o personas con miedo a las agujas, la sedación es el momento más crítico en zonas tan sensitivas como las encías y tejidos circundantes. Por fortuna para los afectados, los procedimientos para anestesiar han evolucionado drásticamente en los últimos años, con la aparición de sprays, geles y otras formas de sedación sin agujas.
Con frecuencia, el verdadero dolor está en la sala de espera del dolor. En otras palabras, el dolor psicológico puede ser peor que el físico para determinadas personas, y por tanto no debe enfocarse tanto en disminuir este último sino aquel. Practicar técnicas de respiración y de relajación, realizar ejercicios mentales e incluso consumir tilas y medicamentos tranquilizantes —siempre que no entren en conflicto con los tratamientos usados en la intervención dental— pueden ser útiles para combatir la ansiedad mientras se espera.
Se ha dicho que el conocimiento tranquiliza, y ciertamente, informarse sobre las técnicas y metodologías utilizadas en la extracción de muelas, la endodoncia o el blanqueamiento dental tiene un impacto positivo en determinadas personas.