Nos hemos acostumbrado a comprar casi todo por internet desde hace un tiempo. Cuando pienso en cómo esta costumbre influye en la economía siento algo de angustia. Los gigantes del mercado y las firmas de transporte se han tenido que adaptar a un nuevo escenario que, por lo general, aporta más beneficios, pero las tiendas locales, las tiendas de barrio han sufrido lo que no está en los escritos. Pero poco se puede hacer ante una situación así en la que prácticamente se está rogando desde los propios gobiernos que no salgas de casa y que compres todo lo que puedas desde el móvil o la tablet.
Hace poco me enteré de que una de las tiendas de juguetes a la que más solíamos ir iba a cerrar un montón de sucursales debido al cambio en los hábitos de compra. Y entonces miro la cantidad de Cajas Envíos que tengo por casa y entiendo perfectamente a qué se refieren. Mi hijo no ha ido a una tienda de juguetes en un año. Antes, solíamos ir de vez en cuando con él a comprar cosas, pero ahora tratamos de evitar los espacios cerrados en la medida de los posible porque es lo que nos dicen que debemos hacer. Y hay que hacer caso a los expertos, ¿no?
Pero el niño sigue necesitando juguetes, sigue necesitando jugar. ¿Y qué hacemos en entonces? Comprarlo todo por internet. No sabría decir cuántos juguetes hemos comprado por internet desde hace un año, pero fácilmente pueden ser más de 20. Lo sé también porque todas las Cajas Envíos se quedan acumuladas en mi despacho esperando que alguien se deshaga de ellas. Y ese alguien siempre suelo ser yo, pero no siempre tengo tiempo. Además, cuando tiro unas cajas siempre llegan otras, de forma que siempre hay unas cuántas cajas de cartón rodando por mi despacho.
Y el futuro, ¿cómo será? Supongo que hay tres o cuatro magnates tecnológicos riéndose a carcajadas en sus casas: ni en sus mejores sueños hubieran organizado un plan tan perfecto para beneficiar a sus empresas. Un verdadero ‘milagro’ que parece cambiará para siempre el modo en el que compramos.